La pregunta del titular se la encontró de sopetón Xosé una mañana, mientras levantaba a su hijo de la cama. Una pregunta más formulada por esa cabecita de pensamiento divergente que, de algún modo, fotografía la angustia del pequeño superdotado. Son distintos, se dan cuenta y no lo entienden. No entienden por qué acaban antes los ejercicios o por qué sus compañeros los miran raro cuando formulan preguntas o hablan sobre dinosaurios en vez de jugar al fútbol.
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