Los desobedientes reclaman terminar con el celibato obligatorio, permitir la comunión de los divorciados vueltos a casar, imponer el sacerdocio femenino, darle a los fieles laicos un rol más importante en la eucaristía, permitiéndoles predicar y administrar los sacramentos sin una misa cuando no hay sacerdotes, además de ordenar a los “Viri probati”, fieles casados y con hijos de probada fe que puedan convertirse en sacerdotes sin renunciar a su familia. Y respetar a los homosexuales, bendiciendo las uniones.
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