El ejercicio intelectual de la argumentación ha venido a ser reemplazado por argucias y falacias seudo intelectuales, sacadas aún de la mente más despistada para poner en el fuego de las discusiones y el campo de la opinión [política, económica, religiosa, etc] un elemento que brinda satisfacción y confianza, sobre todo a aquellos que a falta de un razonamiento lógico amparado en el más mínimo concepto de la objetividad y la verdad, prefieren utilizar la descalificación personal, como arma infalible dentro de las comunicaciones interpersonales.
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