No todas las opiniones son respetables, algunas son torticeras e incluso fascistas, y no pocas simplemente una majadería. Lo que es respetable es que cada uno pueda expresar la suya en libertad. Y utilizando esa libertad y sabiendo que mi opinión podría ser estúpida o equivocada, retomo la idea a la que llevo tiempo dándole vueltas: la de las cosas que uno no puede decir bajo ningún concepto a riesgo de arruinar su reputación.
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