Se nos suele publicitar el optimismo como la panacea para todos nuestros males. Hay que ser optimistas, a toda costa. Afrontar los embates de la vida con optimismo, es lo apropiado. Se venden libros de autoayuda para, presuntamente, fortalecer nuestro optimismo. Pero el optimismo no siempre es bueno. Además de hacernos parecer demasiado ingenuos… en determinadas circunstancias, incluso puede matarnos, como demuestra la paradoja de Stockdale: el prisionero estadounidense de mayor rango de la guerra del Vietnam.
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