Un matrimonio de jubilados de Zaragoza, superado por la violencia y el maltrato psicológico al que les sometía su hijo de 40 años, no le quedó otra alternativa que instar un desahucio en precario. O lo que es lo mismo, pedir a un juez que lo obligara a a marcharse de casa. El vástago tiene un trabajo estable pero no contribuye a ningún gasto.
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