Considerar la posibilidad de que nuestro planeta dejara algún día de girar por cualquier causa es desde luego absurdo. Pero resulta curioso especular con lo que tal hipótesis conllevaría. Los cambios en la superficie serían catastróficos para la vida en cualquiera de sus formas, debido sobre todo a la brutal alteración del clima. La cara de la Tierra que quedara permanentemente orientada hacia el Sol acabaría convertida en un desierto con temperaturas insoportables, mientras los océanos comenzarían literalmente a hervir...
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