En la antigua Unión Soviética, a finales de los 50 y 60, muchos libros que cuestionaron el sistema político empezaron a circular de manera privada en formato mimeografiado. Sus autores nunca ganaron un penique con royalties. Todo lo contrario, fueron perseguidos, denunciados en la prensa oficial y enviados al exilio en los gulags siberianos. Aún así, siguieron escribiendo.
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