En el campo el portero del Dro, Loris Angeli, celebra el supuesto fallo como si se jugara la final de la Champions (ésto es lo bonito del fútbol) mientras que el pobre contrincante se dispera sobre sus rodillas. Pero el esférico todavía no se ha parado y sigue su trayectoria hacia el cielo hasta que no puede subir más y empieza su parábola descendiente
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