Fue una de las víctimas del llamado Escándalo del Post Office, la oficina de correos de Reino Unido, en la que esa enorme compañía, de buena reputación y querida por los británicos destruyó las vidas de cientos de personas creando una pesadilla kafkiana de confusión, secreto y mentiras. 736 gerentes de surcursales con historiales impecables fueron culpados de robo, fraude y contabilidad falsa sin haber hecho nada malo; el verdarero problema era un sistema informático diseñado por la multinacional Fujitsu.
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