"Fue horroroso. Una bruma infernal se cernió sobre las calles, engalanadas con banderitas blancas y estandartes de haces y flechas. Incluso algún aguilucho. En todas las farolas se habían instalado altavoces por los que sonaban, sin cesar y alternativamente, el himno del Madrid de toda la vida, el de Plácido Domingo y el Cara al Sol."
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