El hierro de nuestros edificios y barcos proviene de una época muy remota, entre 3500 y 2500 millones de años atrás. Entonces, el oxígeno producido por las primeras bacterias fotosintéticas no acababa en la atmósfera, sino en los océanos. Allí reaccionaba con las grandes cantidades de hierro disueltas formando enormes acúmulos de óxido de hierro en el fondo marino: son las llamadas formaciones de hierro bandeado.
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