La oleada de críticas hacia Pau Gasol después de la debacle de los Lakers frente a Dallas no hace sino confirmar la facilidad con que a veces los equipos, entrenadores, jugadores, periodistas y aficiones dirigen su mirada incriminatoria y cargan el mochuelo sobre alguien sin necesidad de que les asista la razón, o al menos la suficiente como para hacerlo. Los fracasos necesitan nombres propios, y a veces los más listos son aquellos que primero apuntan hacia otro lado, aunque ese lado esté muy cerca del suyo.
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