Pese a que no suele ser lo más habitual, hay que marcas que optan por posicionarse públicamente por temas sujetos a polémica. Es el caso de la cadena estadounidense de comida rápida Chick-fil-A, que el año pasado decidía criticar abiertamente el matrimonio gay, de Starbucks, que en cambio sí apoya la unión de parejas del mismo sexo, o de la empresa de retail Hobby Lobby, que en 2012 se opuso a cubrir entre su plantilla los tratamientos contraceptivos previstos por la nueva ley sanitaria de Obama.
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