Saná se muere de sed. La capital de Yemen será una ciudad fantasma en 10 años si las reservas de agua subterráneas se agotan. No la agobia la sequía, pues las lluvias suelen caer puntuales en verano, sino el cultivo de una planta adictiva: el qat. Este arbusto, que verdea durante la mayor parte del año, ha conquistado las pocas tierras fértiles de ese país árabe y amenaza con hundirlo definitivamente en la miseria.
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