...porque no se trata de baquelita, ni de plástico en el sentido en el que generalmente lo consideramos. Nada de eso, son pomos fabricados con… ¡sangre! Los nuevos plásticos acabaron con los objetos realizados con sangre a principios del siglo XX, pero durante las décadas finales del XIX un material se convirtió en codiciado objeto de deseo a la hora de servir de base para dar forma a objetos de todo tipo, como si de plástico se tratara. Era barato, sencillo de fabricar y, además, al tacto era muy agradable. ¿Qué más se podía pedir?
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