El lamentable y masificado espectáculo en el que se han convertido las tradicionales barbacoas del trofeo Carranza, en Cádiz, destacó este año por un suceso que pudo haber acabado en tragedia pero que por suerte sólo ha quedado en anécdota divertida (al menos para los demás) o cuanto menos curiosa: un borracho enterrado en la arena del que sólo asomaban la nariz y unos mechones de pelo fue desenterrado por agentes de la Policía Local.
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