La policía municipal de Salamanca amedrentó y detuvo a un ciudadano que se negó a identificarse tras la concentración ciudadana pacífica y silenciosa en la que se defendía la pervivencia del mítico Teatro Bretón. En ningún momento los allí concentrados alteraron el orden o mostraron un comportamiento como para ser objeto de una intervención policial cuya labor no es más que intimidatoria con el fin de desmovilizar y acallar voces discrepantes con la política municipal. Tras la detención, el hombre fue soltado un par de calles más abajo.
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