Cuando Doom apareció a finales del año 1993, su motor gráfico fue considerado unánimamente como revolucionario por la forma tan realista con la que conseguía representar un entorno tridimensional, la capacidad que tenía para añadir texturas a las superficies que aparecían en pantalla, la paleta de colores que utilizaba o los efectos de luz que podía mostrar. A su lado, el resto de engines de la época parecían muy poquita cosa.
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