Es improbable que la actual dirección del Partido Popular vuelva de la vergüenza que está protagonizando. No se vuelve de un intento de chantaje sin pruebas que liquida la presunción de inocencia de una presidenta autonómica elegida masivamente por los ciudadanos sobre la que no pesa mancha judicial alguna. No se vuelve del ataque irracional al mejor activo de tu sigla por una mezcla de inseguridad patológica, mediocridad política y celos absurdos.
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