El paciente había llegado a la puerta de urgencias del Evelyn Nursing Home quejándose de fuertes dolores abdominales. Unos síntomas que algunos de los mejores médicos del Reino Unido que trabajaban en este hospital de Cambridge hubiesen podido afrontar sin problemas. En principio, el paciente no podría haber estado en mejores manos en ningún otro lugar del planeta ese noche del 14 de octubre de 1937, salvo si eras Ernest Rutherford, The Lord Rutherford of Nelson, primer barón Rutherford.
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