El oportunismo con el que ha sido elegido Obama recuerda a las infantiles decisiones de los premios Príncipe de Asturias, que en las últimas décadas solamente saben arrimarse al sol que más calienta. Hasta ahora nos habían contado que los Nobel eran un premio a toda una vida, un reconocimiento a una larga carrera dedicada a una especialidad particular. O a Obama le quedan unos meses de vida y no nos lo han contado, o han cambiado las reglas del juego a mitad del partido.
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