No son pocas las voces que se alzan hoy en día, con unos cuántos decibelios de más, a favor de la emigración. No sólo una opinión positiva respecto a ella, sino arengado a su práctica, casi con una presión social tan fuerte como en la era del piso y la hipoteca. Incluso los políticos que hoy nos explotan, exprimen, escupen a la cara y amargan la vida, fuerzan al propio futuro de su país a ser regalado a otro.
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