Lo fácil cuando se habla de la Rambla es recurrir al tópico. Que si tenemos un turismo de perfil bajo, que si el comercio presenta una Barcelona de toros, fútbol y olé, que si por la noche se llena de jóvenes ebrios de todo el mundo, que si no puede ser que uno se sienta inseguro en su propia ciudad. Todo es cierto y en todo el ayuntamiento tiene mucho por hacer y mucho por reconocer.
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