A las dos semanas de empezar a trabajar en Osakidetza, Manoel ya sabía cómo funcionaban las cosas. "¿No querrás estudiar para sacar tu plaza?", le decían algunos compañeros. "Si no tienes padrino, no te bautizas", le avisaban. Estaba todo bien conchabado. Se filtraban los exámenes de las OPEs y los adjudicatarios de las plazas estaban elegidos de antemano. Era una práctica extendida desde hace años en las especialidades médicas, no sólo en la suya de anestesistas.
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