Una importante cadena de hoteles española cuenta que los huéspedes se llevan lamparillas de lectura, cuberterías del restaurante y hasta carteles identificadores del desayuno. Las bombillas son también muy codiciadas. La teoría moral y hotelera dice que solo se pueden llevar toiletries y quizás, el bolígrafo y el el bloc de notas (publicidad leve pero gratis). La realidad dice que el huésped se lleva todo lo que puede sin sonrojarse. Y el límite del sonrojo es muy amplio. Todos tenemos un cleptómano dentro más o menos reprimido.
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