El cuerpo femenino parece un auténtico mapa del tesoro por el que los amantes, o simplemente las manos de la mujer, deben navegar siguiendo una ruta marcada únicamente por el placer y algunos puntos eróticos que se convierten en parada obligatoria. Todos hemos oído hablar ya del célebre Punto G, que parece que sea el lugar donde se esconda el tesoro, pero no es el único.
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