Por propia definición, Dios podría diseñar un Universo en el que su presencia no sólo fuera imperceptible, sino innecesaria. Stephen Hawking se ha aferrado a la hipótesis de un cosmos autocontenido en su último libro. Extrañamente para los tiempos que corren, el físico británico no propone apalear ni someter al potro de tortura a los disidentes de sus posturas.
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