[...]El 29 de Marzo millones de trabajadores secundaron una huelga difícil, con la amenaza permanente del despido sobre sus cabezas y bajo una campaña de descrédito sindical recrudecida desde los medios de la derecha. Otros tantos apoyaron con su firma o acudiendo a la manifestación las reivindicaciones sindicales, pero tuvieron que asistir al trabajo obligados por su empresario. Y, por supuesto, hay quien fue a trabajar convencido de lo que hacía y por voluntad propia. [...]
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