En diciembre de 2012, los forenses aportaron una prueba que podría resolver un crimen cometido hace 3.168 años, minuto arriba, minuto abajo. La víctima era Ramsés III, faraón de la vigésima dinastía de reyes egipcios. Empleando técnicas de tomografía axial computerizada , descubrieron que, oculto por las vendas de lino que le cubren el cuello, hay un gran tajo producido por un objeto afilado que habría afectado a la tráquea y la carótida del faraón, causándole la muerte. Lo degollaron. ¿Una conspiración extranjera? ¿Un complot palaciego?
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