Don Juan se inclinaba por un acuerdo con Gran Bretaña para la restauración de la Monarquía, pero Pedro Sáinz Rodríguez, que también jugaba la carta británica, le aconsejó que sondeara el apoyo alemán. Lo cierto es que entre 1940 y 1942 la opinión de que Alemania podía ganar la guerra era mayoritaria, por lo que se veía a Hitler como el próximo y único árbitro de Europa. Contar con el beneplácito del dictador nazi parecía lo más conveniente.
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