"El capitalismo es un sistema económico basado en el hecho de que una clase social, la burguesía, es dueña de los medios de producción, distribución e intercambio. Esta apropiación privada de las capacidades productivas de la humanidad se ha acentuado desde principios del siglo XIX, primero en Europa, y no ha dejado de desarrollarse hasta extenderse hoy a todo el planeta. Una variante, el capitalismo de Estado, se impuso entre 1917 y 1990 en lo que se llamó erróneamente los "países socialistas". La burguesía fue sustituida por la burocracia estatal, única propietaria.
En el capitalismo, los propietarios del capital financiero, de las empresas, de las herramientas técnicas, de las redes comerciales, etc., tienen el control absoluto del proceso de producción, desde la definición de las necesidades de consumo hasta la organización del trabajo, las políticas de contratación, la localización de las empresas... Los que, como la mayoría de nosotros, sólo tienen sus brazos, su saber hacer o sus conocimientos intelectuales, se ven obligados, para vivir, a alquilar sus servicios a los empresarios a cambio de un salario (los liberales hablan de "contrato", ¡como si el empleado fuera libre de negociar, en igualdad de condiciones, con el patrón!)
A pesar de los que hablan de lucha de clases, existe efectivamente un proletariado en permanente confrontación con una burguesía. De este equilibrio de poder entre explotadores y explotados depende el nivel de vida de unos y la tasa de beneficio de otros.
Los capitalistas han desarrollado un montón de "buenas razones" para justificar su sistema. Afirman que el beneficio es la remuneración correspondiente a los riesgos financieros asumidos por los accionistas. El argumento es demasiado fácil y falso. Cuando un patrón invierte en una nueva producción, el capital que compromete proviene de la desviación y apropiación de parte del trabajo realizado por los empleados de una industria. ¡El capitalista "apuesta" con el fruto del trabajo colectivo que ha robado! Tanto los pequeños empresarios como los grandes barones de la industria sostienen que, sin perspectivas de enriquecimiento personal y sin competencia, la sociedad no podría seguir funcionando por falta de un "resorte" que estimule las iniciativas individuales. El ejemplo del fracaso de los "países socialistas" se utiliza a menudo para afirmar que el capitalismo es la organización que garantiza a todos una oportunidad de promoción social y de bienestar, siempre que hagan los esfuerzos necesarios. Este razonamiento es falso, porque la "igualdad de oportunidades" (como decíamos antes) nunca está garantizada, ya que la transmisión de títulos de propiedad y de modelos culturales hace que la riqueza y el poder se transmitan de generación en generación, dentro de las mismas clases.
En cuanto a la función estimulante del enriquecimiento personal, es un argumento truncado.
Para nosotros, la cooperación y la ayuda mutua (sin las cuales todo trabajo, incluso hoy, sería imposible) son las únicas condiciones indispensables para el progreso económico y social. La competencia, en cambio, no sólo lleva a los individuos a perder la vida para ganarla, sino que genera un enorme despilfarro. En lugar de aunar energías en un objetivo común, las dispersan en una guerra económica. Para mantener los puntos de venta, las oficinas de diseño limitan deliberadamente la vida útil de los productos. Nuevas gamas, simplemente remodeladas, salen de las empresas para crear una ilusión. Se invierten enormes recursos en publicidad y marketing para condicionar a los consumidores...
Sin embargo, la eficiencia y la racionalidad del capitalismo siguen fuertemente arraigadas en la mente de la gente, sobre todo por el siguiente supuesto: la economía de mercado permitiría satisfacer las necesidades de los individuos lo mejor posible. Se nos dice: "Si el capitalista quiere vender, debe encontrar compradores. Si la mercancía no encuentra adeptos, irá a la quiebra a menos que pueda encontrar otros productos que correspondan a las expectativas de los consumidores". La lógica del mercado empujaría, pues, a los empresarios a ceñirse lo más posible a la demanda... ¡Este razonamiento es correcto... salvo que omite decir que esta "demanda" no refleja las necesidades sociales de la población sino el poder adquisitivo de las diferentes clases de consumidores! Como toda la producción está sujeta a objetivos de rentabilidad, se ignoran las necesidades de la población no solvente: en el capitalismo, la persona que no tiene dinero no existe.
Esta evidencia nos lleva a la crítica del dinero. El dinero no es, como dicen los economistas, un "medio de intercambio simple y conveniente". Para distribuir la riqueza producida, el ser humano podría haber encontrado muchas otras soluciones. Y podemos ver que el capitalismo sabe prescindir de él cuando es conveniente: por ejemplo, los países suelen negociar acuerdos de trueque entre sí debido a las incertidumbres que rodean al sistema monetario internacional. Si el dinero es en parte una herramienta, es como soporte fundamental para la realización del beneficio.
Sin ella, la posibilidad de acumular valor seguiría siendo extremadamente limitada; sin el acaparamiento (el acto de reunir dinero), ¡el capitalismo no se habría desarrollado! Con el dinero, el sistema de dominación ha adquirido también una poderosa arma de alienación ideológica: en la carrera por la ganancia, la utilidad y el valor social de las cosas pasan a un segundo plano, o simplemente se olvidan. El dinero, y esta no es una de sus características menos importantes, permite ocultar la realidad de las relaciones de explotación. Cuando un propietario extorsiona al inquilino con un aumento de valor, la relación de explotación no es inmediatamente visible: se supone que el inquilino "paga el coste de construcción y mantenimiento" de la vivienda, ¡pero el importe del robo no aparece en ningún sitio! La explotación, el robo a través de la interfaz del dinero, es un método mucho más hábil que la antigua, "directa" y brutal esclavitud... El dinero crea un poder que escapa a todo control. Como sabemos, ¿qué puede ser más anónimo que un billete? ¿Qué puede ser más "indescifrable" que las múltiples transacciones en los mercados financieros internacionales? "
Traducido por Jorge Joya
Original: www.socialisme-libertaire.fr/2014/11/le-refus-du-capitalisme-de-la-log