La recuperación ante esta crisis tendrá poco de gloriosa. La economía española era un edificio con unos cimientos débiles antes de la crisis, incapaz de aguantar la construcción de una economía vibrante sobre ellos sin tambalearse. Tras la crisis Rajoy ha demolido parte del edificio, eliminado la mitad de radiadores y sustituido el techo por dos planchas de latón, dejando esos cimientos intactos, y le ha llamado reforma estructural. El crecimiento volverá, sin duda, pero a efectos prácticos estaremos en la mismo situación que en 1990.
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