Robin Soderling, verdugo en 2009 y comparsa en 2010, hizo de trampolín en 2011. No le gusta hablar de gestos y muecas que delatan su estado de ánimo, pero la cara de Nadal era otra tras derrotar al sueco en los cuartos de final de Roland Garros. No contó ningún chiste al entrar en la sala de prensa ni rió a carcajadas, pero su rostro era el de alguien relajado, en paz, como quien se ha quitado un peso de encima. "Contento", se declaró, "por recuperar lo que es mío". Esto es, por reconciliarse con su ADN.
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