Y ocurrió que éso se descargó en medio de la calle, en medio de la realidad, en medio del sistema (operativo, claro) e instaló su red de nubes, su nube de redes. No estaba claro lo que era éso: si era un virus, un troyano, un juego, un programa o un sistema operativo; si era el pasado o el futuro. No cabía en ninguno de los cajones en los que los restos de la sociedad sólida coloca la realidad tras trocearla. Había causas pero no había porqués. No había organizaciones, objetivos, mensajes o líderes...
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