En tiempo de recortes hablar de inversión pública puede parecer obsceno. Aunque a lo mejor no lo es cuando lo que está en juego es la médula espinal de un territorio. La renovación de las infraestructuras de telecomunicaciones, el paso del cobre a la fibra óptica, es comparable a trasplantar todo un sistema nervioso, una aventura costosa e ¿inalcanzable? Los interrogantes son más que un recurso de estilo, ya que a excepción de algunas economías asiáticas, el camino hacia la fibra no está resultando fácil.
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