Se trata de un reloj que fue una de las grandes creaciones de Hans Evalo, el relojero de Felipe II: una creación única a la que este maestro relojero dedicó gran tiempo para integrar incluso un despertador, un impresionante adelanto para la época. Actualmente es propiedad del Santuario Kunozan Toshogu. Fue donado por rey Felipe III al gran shogun del Japón, Tokugawa Ieyasu, en 1611 en señal de agradecimiento debido al rescate de la tripulación de un barco español que había naufragado en aguas japonesas
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