El reconocimiento de una renta básica permitiría repensar el papel de la democracia en el combate contra la financiarización de la economía y no ya contra los sistemas de bienestar y la calidad de vida y del trabajo. Una renta básica incondicionada permitiría responder a las situaciones de urgencia actuales y al mismo tiempo cuestionar el actual modelo de desarrollo, convergiendo así con los movimientos europeos que el 15 de octubre saldrán a las calles de toda Europa a reivindicar la justicia social, la dignidad y una nueva democracia.
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