Si ahora España promete cumplir a rajatabla su tope de déficit como contrapartida al rescate, y no lo cumple (cualquier súbito recorte imaginable no despliega eficacia en solo dos meses), y no ha pactado su tolerancia, la tragedia estaría servida. El BCE interrumpiría la compra de bonos españoles que recién habría iniciado —el cumplimiento estricto es la condición para que Draghi atempere al Bundesbank— con lo que este país quedaría apestado, se iría al infierno. Pocas bromas.
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