Si ayer Peter Mullen, capellán de la Bolsa de Londres, nos deseaba a todos tatuarnos en la espalda los graves peligros de ser gay, hoy se ha dado cuenta de que sus palabras podían resultar ofensivas y ha rectificado. Según sus palabras la crítica “no era hacia los homosexuales, sino hacia los promotores de la cultura gay”. Ahí es nada.
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