Palma de Mallorca, ciudad prodigiosa. Cuna de grandes prohombres, también de bellacos. Allí no hay servidores públicos que administran los impuestos de los ciudadanos; hay políticos. Y los carriles bici son pistas de peligrosos obstáculos móviles.Los peatones, sin el miedo de verse multados, pasean impertérritos por en medio de los carriles. Siempre desafiantes y con un reproche en la boca a aquellas personas que osan hacer sonar el timbre de la bici rogando que dejen libre el vial. Yo digo, camaradas ciclistas, que esta humillación debe cesar.
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