La crisis financiera y la caída de la construcción ponen en jaque a la industria del balón, que acumula una deuda superior a los 3.400 millones de euros. No se avista ninguna solución a corto plazo que ponga el contador a cero, como hizo la ley de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) a principios de los noventa. Sólo queda la escapatoria de la Ley Concursal. Gracias a esta norma, hasta seis equipos negociaron la deuda a la baja con los acreedores y evitaron el descenso de categoría, a cambio de dejar la gestión en manos judiciales.
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