En la industria aeronáutica española se observa una extraña convivencia de raseros en la que algunas empresas han sido capaces de sustraerse a la legalidad más elemental mientras otras se sujetan al marco de una manera aceptable. Las primeras juegan con ventaja, porque la tolerancia con sus cutres triquiñuelas las favorece desde la óptica de un impacto mínimo en sus costes. Son jugadores de ventaja, tramposos, que además cuentan con la mirada hacia otro sitio del gerente del casino.
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