Con este insólito descubrimiento se topo John Kanzius, un ingeniero jubilado de Pennsylvania, cuando al calentar una mezcla de agua y sal Morton con un dispositivo de radiofrecuencia ideado por él mismo para combatir el cáncer, el líquido soltó una fuerte llamarada, el inventor se quedó atónito. El mismo reconoció que no estaba buscando una fuente de energía, sino un método de desalinización, pero la serendipia, como en tantos otros casos a lo largo de la historia de la ciencia, jugó a su favor.
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