“La vida en el bosque es muy difícil, muy dura. Y, al menos, ahora es verano. En invierno hace frío, y no tenemos con qué taparnos. Cuando llueve, aguantamos el chaparrón sobre nuestras cabezas. Si se rompe un zapato, no hay repuesto y caminas descalzo hasta que encuentras otro, probablemente roto también. Lavarnos es complicado.(...)Alou tiene 20 años. Lleva ocho meses viviendo a la intemperie en el monte Gurugú (Marruecos) junto a centenares de subsaharianos que confían en cruzar ilegalmente la frontera con Melilla para llegar a España.
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