En cuanto a lo primero, debería resultar claro que, una vez convertido el seguro sanitario privado en obligatorio, el cliente de las aseguradoras deja de ser el ciudadano y pasa a ser el político regulador. Como industria pueden despreocuparse de atender de la mejor manera posible las necesidades de los consumidores –quienes no tienen la opción de no contratar un seguro– y, por el contrario, pueden concentrar su atención en el compadreo con el poder político (fenómeno conocido como “captura del regulador”)
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