Desde su despacho, el General T miraba por la ventana, hacia el puerto, donde los barcos de transporte empezaban a fondear, esperando el momento. También miraba con ansiedad el teléfono, esperando la llamada de los primos del otro lado, que eran lo que vendrían a apoyar el desembarco; cada vez estaba más cerca el momento decisivo. Miró su micrófono de plata y pensó que podría ser buena idea ponérselo ese día en el cinto, iban a enterarse esos desarrapados del otro lado del canal.
|
etiquetas: sgae , internet , libertad