[...]En 1968, Richard Helm, director de la “Central Intelligence”, escribió urgentemente al Fiscal General de los USA, Ramsey Clark y al presidente Lyndon B. Johnson, que parte del uranio altamente enriquecido que se usaba en la central nuclear israelí de Dimona, había sido robado en los Estados Unidos.[...] El presidente Johnson le contestó “No se lo diga a nadie, ni siquiera a Dean Rusk (Secretario de Estado), ni a Robert McNamara (Secretario de Defensa)".
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