Una adolescente llamada Carolina Clare, de London, Ontario, Canadá, mostró síntomas parecidos al sufrir una enfermedad no diagnosticada y durante la cual describió lugares que nunca había visitado. La enfermedad duró un año y medio. Cuando se curó Carolina estaba tan magnetizada que los cubiertos se pegaban a su piel y tenían que ser desprendidos de ella por otra persona.
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