Amadeo Anca tenía 53 años cuando murió desangrado después de que le colocaran unos implantes dentales en Valencia. La cirugía arrancó a las ocho en punto de la mañana y en teoría finalizó sin ninguna complicación. Pero horas después de entrar en sala, empezó a sentir mucho dolor en el pecho y a sangrar abundantemente por la nariz y la boca. Los profesionales que le atendieron tardaron siete horas en llamar a una ambulancia, según denuncia su familia.
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